La semana pasada se produjo otra recuperación de los mercados bursátiles occidentales. Fue la segunda semana positiva consecutiva después de las tres primeras semanas de agosto, que fueron decididamente correctivas.
Sin embargo, el mes de agosto terminó con una caída, pero bastante alejada (bastante en EE.UU.) de los mínimos mensuales alcanzados el 18,8. Sin embargo, agosto atrajo una vela mensual bajista en todas partes después de cinco velas positivas consecutivas, de marzo a julio.
Ciertamente podemos clasificar la caída de agosto como una corrección, aún no completamente digerida, pero de menor importancia que otras pasadas, dado que la pérdida máxima desde el pico de julio se contuvo entre 5 y 7 puntos porcentuales, y el repunte está en marcha desde agosto. 18 recuperaron gran parte de la caída de los índices americanos. Los europeos están pasando apuros un poco más y parecen verse arrastrados al rebote más por el optimismo que ha vuelto a reinar en Wall Street que por sus motivaciones intrínsecas.
Además, la situación económica europea se ha deteriorado decididamente en los últimos meses, con Alemania en recesión técnica y los principales índices PMI, obtenidos a través de encuestas a una muestra de administradores, que señalan un gran deterioro adicional por venir. Además, en un contexto de inflación que en los últimos dos meses ha dejado de caer de manera decisiva y parece fuertemente anclada en valores todavía bastante alejados del objetivo del BCE. Por lo tanto, el espectro de la estanflación se materializa, frustrando las esperanzas de ayuda monetaria del Banco Central Europeo.
En cambio, en Estados Unidos se confirman los signos de una desaceleración de la inflación, aunque Powell declaró en Jackson Hole que el trabajo monetario restrictivo aún no ha terminado.
Además, están llegando los signos de debilitamiento del crecimiento económico que se esperaban desde hace meses. Por ello, en las últimas semanas el mercado ha vuelto a apostar a que la FED tendrá que darse cuenta de que su deseo de que los precios y la demanda se desaceleren se está haciendo realidad, y pronto podrá frenar, y quizás revertir, el rumbo de su política monetaria. .
Todo ello se traduce en un aumento de las esperanzas de un aterrizaje suave, que evite la recesión y permita que los tipos vuelvan a valores más favorables. En definitiva, podemos volver a apostar por la posibilidad de volver a ver el mejor de todos los mundos posibles muy pronto.
Es cierto que no faltan incógnitas que podrían arruinar este escenario. Uno de ellos es, sin duda, la ambigua situación económica china, que se enfrenta a un crecimiento que no es ni remotamente comparable al del pasado anterior a la pandemia, a una deflación ahora evidente y a un sector inmobiliario que lleva mucho tiempo al borde de una violenta implosión debido a las quiebras.
La otra incógnita es la capacidad de las empresas estadounidenses para seguir manteniendo el ritmo de ganancias que han tenido en el pasado, una tarea mucho más difícil si la desaceleración de la demanda empeorara.
Pero, por el momento, tanto el SP500 como el Nasdaq100 parecen volver a estar a merced del optimismo. Ambos han completado un patrón de inversión que nos permite plantear la hipótesis del deseo de volver a los máximos de julio, o tal vez incluso un poco más arriba.
Un deseo de crecimiento que es decididamente menos palpable en Europa. Eurostoxx50 y Dax aún no han dado una señal fiable de reversión y en la segunda parte de la semana pasada parecieron mostrar varias incertidumbres.
Por este motivo, la precaución sigue pareciendo un buen compañero de viaje.
Pierluigi Gerbino – Estratega del Instituto Español de la Bolsa
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