El comentario de Gerbino: El regalo no bienvenido

Publicado el: 23/12/22 4:40 PM

A todo el mundo le debe haber pasado alguna vez recibir en Navidad un regalo no deseado, diferente del que esperábamos en nuestro corazón y que por tanto, en vez de traer alegría, provoca un sentimiento de repulsión y quizás incluso de ira.

Ayer les pasó a los mercados. A las 14.30 salió el dato definitivo del PIB de EE.UU. Normalmente es una cifra bastante desairada porque viene a fijar los números del trimestre anterior tras dos estimaciones preliminares realizadas en las semanas previas. Si entre el primero (avance) y el segundo existen ajustes y desviaciones naturales, incluso significativos, especialmente en periodos de incertidumbre o de cambio económico, entre el segundo y el tercero las diferencias, cuando las hay, son casi siempre mínimas, y por lo tanto insignificante, ya que no cambian una imagen que los mercados ya han descontado.

En cambio ayer vino la sorpresa de una desviación importante, ya mejor, del resultado final frente a las expectativas de invariancia respecto a los datos preliminares. El PIB de EE.UU. en el 3er trimestre pasó del 2,9% anualizado al 3,2%, con una notable revisión al alza (del +1,7% al +2,3%) del gasto de los consumidores estadounidenses. Junto a los datos del PIB, también se calcula la tasa de inflación del consumo, el llamado índice PCE, que en la versión “core”, es decir, sin los precios de la energía y los alimentos frescos, es seguido de cerca por la FED, porque es considerado fiable.

Bueno, el PCE central sorprendentemente mostró una tasa de crecimiento anualizada de +4.6% a +4.7%.

No es tanto el tamaño del aumento lo que sorprende y alarma, sino el hecho de que este índice contrasta completamente con las otras medidas tradicionales de inflación, que recientemente habían señalado una clara desaceleración en el ritmo de aumento de precios.

Al mismo tiempo, también llegaron los datos semanales de prestaciones por desempleo, que aumentaron menos de lo esperado y continúan mostrando un mercado laboral aún robusto.

Los mercados tuvieron que aceptar rápidamente la impresión de que estos datos pueden haber sido elaborados en casa por la FED. No se tarda mucho en formular la hipótesis de que el panorama sorprendentemente optimista de la economía estadounidense silenciará a las palomas y animará a los halcones, convenciéndolos de que todavía es necesario continuar con la severa política monetaria restrictiva.

Por tanto el futuro del SP500, que corría ligeramente a la baja y con la mente puesta en la Navidad, recibió un aluvión de ventas a la llegada de estos datos, capaz de llevarlo, entre las 14.30 y las 19.30 horas en Europa, a perder el -2,7%. y marcar un descenso temporal del día hasta el -3,20%. Tal deslizamiento borró por completo el buen rebote del día anterior e hizo un mínimo más bajo que los anteriores, mostrando una extensión de la pierna bajista de diciembre.

Irónicamente, a las 4 de la tarde llegó un dato anticipatorio sobre la economía estadounidense: los Leading Indicators, también conocidos como el “Superíndice”, que calcula todos los meses el Conference Board y es la síntesis de una decena de indicadores de la economía real y financiera. Este índice se desplomó -1% en noviembre y está cayendo sin descanso desde su máximo de febrero de este año. El descenso ya ha alcanzado dimensiones suficientes para que el Conference Board declare que se ha disparado la señal premonitoria de una recesión. Por lo tanto, para la primera mitad de 2023 se espera que la economía estadounidense, según este índice, entre en recesión.

Entiendo que puede haber cierta perplejidad en quienes me leen. El PIB sale robusto y el Superíndice señala una recesión inminente. ¿Como es posible?

Es muy posible, porque el PIB del tercer trimestre es una instantánea del verano pasado, mientras que el Superíndice es una estimación de lo que podría pasar en el próximo semestre. En los puntos de inflexión es correcto que dan indicaciones extremadamente contradictorias. Señalo que el Superíndice, en los niveles que ahora alcanza, nunca ha perdido la señal ominosa en las siete recesiones anteriores, desde 1960 en adelante.

El problema es que los bancos centrales no miran los indicadores adelantados, sino que se basan en los rezagados, como el PIB y el mercado laboral.

Por lo tanto, el temor que emergió abrumadoramente ayer fue que la obstinación de los halcones pudiera hacer más daño del que ya se ha hecho y empeorar una situación que ya en las condiciones actuales llevará a EE.UU. a una recesión.

El deslizamiento del futuro a partir de las 14.30 horas y, posteriormente, del índice SP500, también arrastró a la baja a las bolsas europeas, que cerraron claramente a la baja: -1,26% para el índice Eurostoxx50 que las representa. Así que la bonita vela alcista del miércoles fue casi cancelada.

Peor aún lo hizo el índice SP500, que cayó hasta las 19.30 muy por debajo del mínimo del martes, desde el que partió el rebote del miércoles, ahora tirado a la basura.

Pasadas las 19.30 la exageración bajista atrajo a algunos compradores, que se rieron al final de la sesión. El índice bursátil subió y la pérdida diaria volvió a niveles un poco menos indigestos: -1,45% para SP500, es decir, el resultado del día anterior cambió de signo. Al Nasdaq100 le fue mucho peor, con -2,49%.

Para ambos índices es evidente el aborto del rebote y el abandono de las ambiciones alcistas en este último vistazo a 2022. Solo resta esperar que no llegue más carbón del costal de Papá Noel.

Concluyo con las tradicionales felicitaciones, este año, entre guerra, facturas altas y caídas bursátiles, más necesarias que nunca: ¡Feliz Navidad!

Pierluigi Gerbino – Estratega del Instituto Español de la Bolsa