Siempre lo hemos dicho
La señal positiva esperada por el mercado, si prefiere la ilusión de una señal positiva, duró un día de negociación, el del miércoles 9 de marzo.
De lo que todos esperaban que fuera el comienzo de la primavera, nos hemos sumergido de nuevo en el gélido invierno siberiano.
Tras el fracaso de la reunión entre Lavrov, un despreciable y repugnante remanente del sovietismo más vulgar y cómplice del criminal Putin, y Kuleba, el canciller ucraniano, las esperanzas que eran débiles se han desvanecido esencialmente.
La línea de 60 kilómetros de vehículos rusos en el camino a Kiev comenzó a dispersarse.
La estrategia rusa no será entrar en la ciudad para ser fácilmente víctima de emboscadas, sino bombardear la ciudad, después de haberla rodeado al menos por tres lados.
Significa lo peor de lo peor como escenario y la demostración definitiva de que sin defensa aérea, Ucrania no puede ganar esa guerra.
Con una defensa aérea adecuada, la línea de 60 kilómetros se habría convertido en un blanco tan fácil que Putin caería en la vergüenza.
Pero no se ha encontrado una solución para apoyar a Ucrania desde este punto de vista sin exponerse a una ampliación del conflicto. Pero esta solución, si la hubiera, abriría escenarios completamente diferentes.
Los militantes razonan con números. La OTAN debe pensar con números.
Es una política que no puede razonar sólo con números, sino con perspectiva de futuro.
Si dejamos que Putin haga la carnicería que le espera a Ucrania, corremos un riesgo muy serio de que la expansión rusa no se detenga y nos encontremos a los rusos llamando a las puertas de Europa, ya sean esas puertas en los países bálticos, o en Polonia o en Hungría.
Por otro lado, las sanciones están golpeando a Rusia, pero tienen un impacto serio en nuestras economías.
Y la madre de todas las sanciones, dejar de dar dinero a los delincuentes a cambio de su gas y petróleo, no somos capaces de aplicarla: porque desde el punto de vista sancionador sería la que mejor funcionaría.
Estamos en una grave crisis de impotencia. En el aspecto militar, no encontramos una solución para apoyar la defensa aérea de Ucrania. Por el lado de las sanciones, no podemos detener la avalancha de dinero que enviamos a Rusia todos los días.
La gran ilusión del capitalismo occidental, culpable de haber negado el dualismo capitalismo-democracia, al hacer negocios con las peores dictaduras criminales del mundo, está pasando factura. Esperamos que esto, al menos, nos sirva de lección definitiva.
El mercado nos ha mostrado una gran capacidad de reacción una vez absorbido el efecto de la guerra. En la próxima semana está la FED y más que nunca la tensión volverá a subir.
No será una semana tranquila.
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Petróleo, oro, eurodólar, ¿Cuáles son los mejores para ganar en este tiempo?, un encuentro con un gran profesional de los mercados el 17 de marzo a las 19.00 (Hora España). Te esperamos.
INSCRÍBETE
Maurizio Monti
Editor
Instituto Español de la Bolsa
PD: Es malo decir: lo dijimos.
Pero eso es correcto. Cuando cometemos errores lo admitimos. Pero quienes nos han seguido, quizás durante años, saben lo que siempre hemos dicho sobre Rusia y China.
Creemos que China esconde un peligro similar al que Rusia nos ha mostrado hoy.
Y nunca hemos considerado a estos dos países como países capitalistas. Pero como países totalitarios comunistas, de hecho comunistas por dentro, hasta la médula, repintados con una curiosa capa delgada de capitalismo anómalo.
O volvemos al binomio capitalismo-democracia y reorganizamos nuestras fuerzas en esa dirección o dejaremos a nuestros hijos y nietos un futuro de sometimiento de facto a las dictaduras del planeta.
Tal como nos está ocurriendo con Rusia: nuestra total y efectiva incapacidad para llevar a cabo una intervención militar y sancionadora es una forma de sujeción intolerable de la que debemos despertar para no volver a caer.
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