La mujer cuyo código llevó al hombre a la Luna

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En la madrugada del 20 de julio de 1969, en una sala llena de científicos y técnicos, la tensión podía cortarse con un cuchillo.

La misión Apolo 11 estaba en sus últimos minutos de descenso hacia la Luna y, de repente, una alarma sonó en la computadora de abordo del módulo lunar. Se trataba de un código de error: 1202.

Nadie en la sala del Centro de Control de Misión sabía exactamente qué significaba en ese instante. Sin embargo, lejos de los focos y del protagonismo, una mujer sabía que todo iba a estar bien.

Su nombre era Margaret Hamilton y su código estaba diseñado para lidiar con ese tipo de imprevistos.

 

Una niña curiosa que amaba las matemáticas

Margaret Heafield Hamilton nació el 17 de agosto de 1936 en Paoli, Indiana. Desde pequeña mostró un amor especial por las matemáticas y la lógica.

Sus padres le inculcaron el valor del conocimiento y la animaron a seguir sus intereses, algo poco común en una época en la que las mujeres no eran incentivadas a seguir carreras en ciencias o tecnología.

Después de graduarse en matemáticas en el Earlham College, no tenía planes específicos de convertirse en programadora. De hecho, su primer trabajo fue en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde se unió a un equipo que trabajaba en la predicción meteorológica y el desarrollo de sistemas de defensa para la Fuerza Aérea.

Fue en ese entorno donde descubrió su pasión por la programación, un campo que en aquel entonces era tan nuevo que ni siquiera existía la carrera de ingeniería de software, término que ella misma ayudaría a popularizar años después.

 

El camino hacia la NASA

A principios de los años 60, el MIT estaba a cargo de desarrollar el software de navegación del Programa Apolo.

La agencia espacial necesitaba una computadora lo suficientemente pequeña y ligera como para caber en una nave espacial, pero también lo suficientemente potente como para realizar cálculos en tiempo real durante la misión.

Margaret Hamilton, con su experiencia en programación y su mente metódica, fue contratada para formar parte del equipo que trabajaría en el Apollo Guidance Computer.

A diferencia de hoy, donde los programadores pueden corregir errores sobre la marcha con actualizaciones, en los años 60 cualquier fallo en el código significaba un posible desastre.

No había margen de error. Hamilton entendió esto desde el principio y se obsesionó con escribir un software lo más robusto posible.

Su enfoque en la detección de errores y la redundancia del sistema fue clave para que el Apolo 11 lograra alunizar de manera segura.

 

El momento crítico: la alarma 1202

El 20 de julio de 1969, mientras Neil Armstrong y Buzz Aldrin descendían en el módulo lunar Eagle, la computadora del Apolo 11 comenzó a mostrar errores de sobrecarga.

La alarma 1202 significaba que el sistema estaba recibiendo más tareas de las que podía procesar. En una situación convencional, esto podría haber llevado a una misión abortada.

Pero gracias a la programación de Hamilton, el software estaba diseñado para priorizar las tareas críticas y descartar las no esenciales, permitiendo que el alunizaje continuara sin problemas.

Cuando el mensaje de error apareció en la sala de control, los ingenieros revisaron rápidamente la documentación y confirmaron que la computadora podía seguir funcionando de manera segura.

Fue entonces cuando se dio luz verde a la misión y, minutos después, Neil Armstrong pronunció las famosas palabras: «Houston, aquí Base Tranquilidad. El Águila ha aterrizado.»

Sin el trabajo de Hamilton, es posible que el Apolo 11 hubiera tenido que abortar su misión.

 

Reconocimientos y legado

A pesar de la importancia de su trabajo, el reconocimiento tardó en llegar. Durante muchos años, su rol en el éxito de la misión Apolo fue minimizado. Sin embargo, con el tiempo, su contribución comenzó a ser valorada como se merecía.

En 2016, el presidente Barack Obama le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor civil en Estados Unidos.

Margaret Hamilton no solo ayudó a llevar al hombre a la Luna; también estableció muchas de las bases de la ingeniería de software moderna. Su enfoque en la gestión de errores, la priorización de tareas y la programación robusta sigue siendo fundamental en la informática actual.

Al igual que en la exploración espacial, el trading requiere preparación, gestión de riesgos y toma de decisiones bajo presión. Hamilton diseñó su software para anticipar fallos y minimizar errores, algo que los traders deben hacer mediante estrategias bien definidas, gestión del capital y un enfoque disciplinado.

Así como la misión Apolo no dependía de una única acción, sino de un sistema robusto, un trader exitoso no confía en una sola operación, sino en un plan sólido a largo plazo.

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