La subida del precio del carbono: la revolución silenciosa

Publicado el: 27/04/21 3:45 PM

La tonelada de CO2 nunca ha sido tan cara en el mercado europeo del carbono. El reto del desarrollo sostenible adquiere ahora una dimensión financiera muy concreta para las empresas. Y para los inversores, ya es hora de adaptarse.

El mercado del carbono es el gran desconocido. Creado en 2005, no se trata de un mercado de valores “clásico” (acciones, bonos), ni de un mercado de materias primas (oro, petróleo), sino de un mercado de “derechos de emisión de CO2”.

El origen: una voluntad política

Conocido oficialmente como ‘Régimen de Comercio de Derechos de Emisión’ (RCDE UE por sus siglas), el mercado del carbono funciona como cualquier otro mercado financiero. Se negocia un activo: la tonelada de CO2. Los participantes en este mercado son empresas que pueden comprar o vender derechos de emisión.

El mercado funciona según el principio de ‘limitación y comercio’ y se aplica a 11.000 empresas europeas de sectores conocidos por su emisión de gases de efecto invernadero (industria, energía, transporte aéreo). Cada año, la Unión Europea asigna gratuitamente derechos de emisión a las empresas afectadas. Si emiten menos dióxido de carbono que el limite máximo de la cuota que tienen, pueden vender el saldo en el mercado. En el caso contrario, deben comprar este derecho. El objetivo es animar a las empresas a reducir su huella de carbono.

En los países europeos en los que la electricidad se produce en centrales de carbón, el precio por tonelada de CO2 también influye en el coste por kilovatio-hora. Por eso, cuando el mercado del carbono es escaso, algunas empresas prefieren cambiar a una energía más limpia. Pero a partir de cierto nivel, pueden acabar repercutiendo este coste adicional en sus precios, con el riesgo de perder parte de sus clientes.

Un boom de precios sin límites reales

A 44 euros, la tonelada de CO2 alcanza un nuevo máximo histórico. Ha superado su máximo de 2008, de 31 euros, que dio paso a un desplome del precio hasta los 2,7 euros/tonelada en 2013. La Unión Europea reaccionó entonces decidiendo retirar las cuotas excedentes a partir de 2019, lo que generó un repunte del precio hasta los 30 euros/tonelada. La adopción en diciembre de 2020 del “pacto verde” de la Unión Europea, que prevé una reducción del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE para 2030, supuso una nueva sacudida. Anticipando una drástica reducción de los derechos disponibles, el mercado está empezando a desbocarse.

En teoría, el precio del carbono no tiene límite. Un mercado en el que la oferta empieza a escasear puede ver cómo sus precios se disparan hasta niveles irracionales. Sobre todo, porque el mercado del carbono está atrayendo a los fondos de cobertura (hedge funds), que ven en la tonelada de CO2 un nuevo activo con gran potencial de subida. ¡Un patrón peligroso para las empresas que necesitan comprar estos derechos! Por encima de los 50 euros por tonelada, los sectores del cemento y el acero podrían empezar a sufrir seriamente. Por otro lado, las empresas más “verdes” de las 11.000 afectadas encontrarían una poderosa ventaja competitiva.

Existe un escudo protector contra la escalada de precios: la voluntad europea. No olvidemos que el mercado del carbono es una herramienta política que pretende influir en el comportamiento de las empresas. Su objetivo es evitar penalizar la competitividad del Viejo Continente. Sin embargo, en un mundo en el que el desarrollo sostenible ha adquirido una importancia considerable, la UE podría mantener la mano dura con los “malos alumnos”. Por tanto, no se puede descartar una fuerte subida de los precios.

La inversión “responsable” se convierte en una necesidad

Podemos asegurar una cosa: el tema ilustra hasta qué punto el desarrollo sostenible se está convirtiendo, y seguirá haciéndolo, en una cuestión tanto ética como financiera para las empresas. Los grandes emisores de carbono se enfrentan a nuevos riesgos, que van desde un golpe reputacional hasta el señalamiento político. El ‘greenwashing’ publicitario ya no será suficiente para salvar a las empresas que no hagan verdaderos esfuerzos por cambiar. Y el hacha puede caer antes de lo que pensamos.

Para los inversores, la toma de consciencia de este tema se ha convertido en algo esencial. La estrategia medioambiental de las empresas es ahora uno de los principales criterios que hay que analizar para anticiparse a los riesgos y construir carteras resistentes. Este enfoque permite identificar a las empresas más avanzadas en este ámbito, así como a las que están realizando los progresos más tangibles para diferenciarse de la competencia.

La selección sigue siendo la palabra clave. Desde el año pasado, muchas empresas ‘verdes’ han alcanzado niveles de valoración excesivos. Las modas siempre serán el peor enemigo de un inversor: el desarrollo sostenible no es una excepción a la regla y debe abordarse con una mente ilustrada para separar el grano de la paja.

Este texto fue escrito por Régis Bégué, Director de gestión de renta variable, Lazard Frères Gestion.

Agradecemos a Lazard Frères Gestion por el texto publicado.