Ver con ojos que quieren ver

Publicado el: 17/02/22 3:33 PM

El trading del infinito 

“¡No basta con mirar, hay que mirar con ojos que quieran ver, que crean en lo que ven!”

Corría el año 1610 y el pisano Galileo Galilei estaba a punto de desafiar al mundo, publicando la obra que cambiaría el curso de la historia, del mundo e incluso de la suya propia: el Sidereus Nuncius.


Vamos en orden.

A principios del siglo XVII Galileo, gracias a su maestría en la fabricación de lentes, se dedicó con presteza a la perfección de su “cañón de gafas”, que antes había sido concebido con fines militares y realizó un acto tan sencillo como revolucionario: finalmente comenzó a apuntarlo hacia el cielo iniciando una nueva era de la ciencia astronómica.

Por primera vez se asomó a las profundidades de la bóveda estrellada, haciendo observaciones tan revolucionarias que todo el andamiaje de la vieja y aparentemente intocable cosmología aristotélico-ptolemaica se vino abajo.

En su grandiosa obra anunció al mundo el resultado de sus observaciones, que contiene el método científico moderno, basado en la observación y la formulación de teorías derivadas de ella: ya no dogmas sino verdadera CIENCIA.

Galileo comunicó al mundo que a las estrellas visibles a simple vista se unen innumerables estrellas nunca antes vistas.
Que no hay diferencia de naturaleza entre la Tierra y la Luna. La Luna es un mundo como la Tierra, su superficie no es para nada lisa y lisa sino áspera, rocosa y salpicada de enormes protuberancias. Por tanto, no posee las características de “perfección absoluta” que le atribuía la tradición. Además, se mueve, entonces, ¿por qué la Tierra no debería moverse también?

Que Júpiter tiene sus propios satélites: esta fue la demostración definitiva de la superación de la teoría geocéntrica y fue una de las primeras pruebas directas de la validez de la hipótesis heliocéntrica copernicana.

“El hecho más extraordinario es el descubrimiento de cuatro Estrellas Errantes, que nadie antes que nosotros había conocido u observado…”

En un tiempo, no solo Dios había insertado en el cielo cosas que el hombre no podía ver a simple vista, no solo la Luna tenía arrugas y no era perfecta, no solo el Sol, una estrella magnífica, inmutable y eterna, no era el única que podía tener cuerpos en órbita más allá de la Tierra, pero la Tierra misma, y ​​con Ella el Hombre, de una criatura predilecta, hijo de Dios el creador colocado en posición de privilegio, fue arrojada como polvareda cósmica, un soplo perdido en un universo enorme, sin límites, mucho más de lo que uno pensaba.

En la infinita gratitud que la humanidad le debe a Galileo Galilei, también nosotros, como traders, polvo cósmico perdido en el universo de los mercados, le debemos el conocimiento del método científico: es decir, la distinción entre la sensación indemostrable y la ciencia exacta.

En trading, la ciencia es la aplicación de métodos repetibles y demostrables en resultados pasados: es decir, lo que nos permite tener una probabilidad razonable a favor.

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Michele Monti
Consejo editorial
Instituto Español de la Bolsa 

PD: Mirar con ojos que quieran ver. No sueñes despierto, sueña con lo que es posible. Estas son dos grandes lecciones galileanas que debemos aplicar a nuestro comercio todos los días.

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