El arranque del segundo trimestre en los mercados se está viendo condicionado por la preocupación en torno a un posible retraso en el calendario de la Fed para el primer recorte de tipos de interés y a que su relajación monetaria se haga a un ritmo más lento de lo esperado. Cada dato económico difundido es escudriñado en busca de señales que ayuden a clarificar el escenario.
La semana pasada el foco estuvo puesto en los datos del mercado laboral de EEUU, que se mantienen resistentes: las ofertas de empleo y las tasas de abandonos no flaquean, mientras que las nóminas no agrícolas aumentaron más de lo esperado. Ronald Temple, estratega jefe de mercados de Lazard, destaca que la fuerte creación de empleo en la primera potencia mundial se está produciendo “sin reavivar las tensiones inflacionistas” y sostiene que aunque el crecimiento salarial del 4,1% interanual sigue siendo demasiado elevado para alcanzar el objetivo de inflación de la Fed del 2%, en su opinión “se está acercando lo suficiente como para que [el organismo] se sienta cómodo empezando a relajar los tipos en la reunión de junio”.
Juegan también a favor de esta perspectiva algunos detalles incluidos en los datos del último deflactor del consumo privado/PCE, correspondiente a febrero: el PCE subyacente cayó a 26 puntos básicos intermensuales desde los 45 puntos básicos de enero, “aliviando los temores de que enero pudiera representar el comienzo de un aumento sostenido de la presión inflacionista”, apunta Temple. “Es poco probable que los datos agregados cambien sustancialmente la trayectoria de la política monetaria de la Fed, pero se sumaron a la evidencia de una desinflación inmaculada, aunque con baches en el camino”, sostiene el estratega de Lazard.
El próximo viernes se conocerán los datos preliminares de abril del índice confianza de la Universidad de Michigan, que ofrecerán una primera idea de “si se mantiene el aumento del optimismo sobre las expectativas de inflación”, revisadas a la baja en los datos definitivos del mes anterior. Al mismo tiempo, el IPC y el índice de precios al productor (IPP) de EEUU proporcionarán esta semana pruebas sobre si la sorpresa inflacionista de enero “fue realmente una anomalía”, añade. Según Temple, un IPC subyacente del 0,4% o superior posiblemente reduciría de forma significativa la probabilidad implícita en el mercado de un recorte de los tipos de la Fed en junio, mientras que un 0,3% o inferior aumentaría la confianza en dicha reducción. En la actualidad, los mercados implican una probabilidad del 63% de que se produzca el primer recorte de tipos de 25 puntos básicos en la reunión de junio.
Temple considera poco probable que la reunión del BCE de este próximo jueves “depare fuegos artificiales”, pero afirma que los inversores buscarán señales que confirmen las expectativas de una reducción de tipos en la reunión de junio. Hay que tener en cuenta que la inflación en la zona euro continuó desacelerándose más rápido de lo esperado en marzo, según se conoció la semana pasada, lo que hace más probable un recorte inicial de tipos por parte del BCE en junio. Los mercados indican que hay un 9% de probabilidades de que se reduzcan los tipos en esta reunión, frente a un 96% en la de junio. “Las discusiones sobre los datos entrantes relativos a los acuerdos de crecimiento salarial en la zona euro serán especialmente importantes para las decisiones del BCE durante el resto del año”, dice.
Los datos de precios de China bajo vigilancia
Los datos de precios de China figuran entre los más destacados de esta semana. Se espera que el IPP se sitúe en el -2,8% interanual, lo que supondría el decimoctavo mes consecutivo de deflación debido a la debilidad de la demanda y al exceso de capacidad. Por otro lado, el consenso para el IPC de marzo es un descenso a sólo el 0,4% interanual desde el 0,7% de febrero. Temple subraya que, a pesar de los continuos signos de insuficiencia de la demanda, los dirigentes chinos siguen resistiéndose a adoptar medidas de estímulo, centrándose en cambio en incentivar el aumento de la producción, y señala que “esta respuesta política contraintuitiva parece destinada a provocar nuevos enfrentamientos con los socios comerciales, ya alarmados por el creciente dominio chino de sectores estratégicos de crecimiento, como los vehículos eléctricos y los equipos de energías renovables”.
Este texto fue realizado en su totalidad por el equipo de Lazard