El comentario de Gerbino: Parálisis electoral

Publicado el: 19/10/20 11:08 AM

La semana media de octubre vio un poco más de volatilidad que la semana anterior, pero en esencia los precios de las acciones, fotografiados el viernes por la noche, no se movieron de la fotografía anterior. Una pequeña subida de los índices estadounidenses, sacudida por las noticias electorales, permitió marcar la tercera semana de recuperación después de las 4 anteriores de caída.

Por otro lado, las bolsas europeas registraron una pequeña caída, que el viernes casi enderezó una semana que sólo el día anterior parecía encaminarse oscuramente hacia los mínimos de septiembre.

El resultado de las bolsas chinas es decididamente mejor (Shanghai + 1,96% semanal), pero aquí el hecho de que la plaza oriental permaneció cerrada durante las primeras 6 sesiones de octubre y se alineó en apenas dos días con el repunte que el resto del mundo se había generado a principios de mes, y luego se estableció hasta el fin de semana.

En resumen: una semana que pronto se olvidará.

Quedan dos por completar antes del enfrentamiento electoral estadounidense. En Estados Unidos, como corresponde, sube la fiebre política y el duelo comienza a mostrar golpes bajos y gasto loco para convencer a los indecisos de un puñado de Estados en la balanza, que será, como siempre, la punta de la balanza electoral. Nadie parece tener nada que objetar a este sistema electoral, que me parece un tanto extravagante, ya que otorga una enorme importancia a la fluctuación del voto y la opinión de los indecisos en el último momento en estados donde las diferencias de consenso entre los dos candidatos son mínimas. Así que asistimos a la concentración de mítines en unas pocas ciudades clave, el bombardeo selectivo de publicidad y fake news en los teléfonos móviles de quienes viven en estados inciertos y la inacción absoluta de los candidatos en gran parte del territorio estadounidense, donde la polarización estable del voto hace el resultado de la batalla ya es seguro. Y, por último, pero distorsión sustancial, podría volver a pasar lo que ya ha pasado varias veces, es decir, que el candidato que obtenga más votos en total, sea entonces el perdedor en la cantidad de grandes electores obtenidos, que sancionarán el nombramiento del Presidente. En 2016 Trump, aunque obtuvo casi 3 millones de votos menos que Hillary Clinton, arrebató 306 votantes contra 227. Puede que yo sea el único, pero para mí un sistema electoral donde la minoría gana no parece un gran ejemplo de democracia.

El hecho es que a los estadounidenses les debe gustar si siguen usándolo. Sobre todo, le gusta a Mark Zuckerberg, que desde principios de octubre recauda 1,5 millones de dólares cada día por la publicidad que los dos candidatos (Trump unos 800.000 dólares y Biden más de 600.000) lanzan en las páginas de Facebook de los habitantes de esos pocos estados.

Sin embargo, este extraño mecanismo decidirá al ganador la noche del 3 de noviembre (para nosotros los europeos ya será la mañana del 4). Teóricamente.

O más bien, si Trump gana o si Biden tuviera un éxito amplio e indiscutible. Sin embargo, en los casos de estrecho éxito de Biden, es casi seguro que Trump impugnará la votación y bloqueará la formalización de los resultados durante semanas con apelaciones, solicitudes de recuento de votos y quién sabe qué otras diabluras para no moverse de la Casa Blanca.

Esta eventualidad corre el riesgo de paralizar la actividad administrativa en un país donde el Coronavirus parece estar todo menos paralizado.

Pero eso no es lo único que mantiene a los mercados ansiosos. También la posibilidad de que los dos poderes del Congreso (la Cámara de Representantes y el Senado) tengan mayorías distintas tras la votación.

El 3 de noviembre, de hecho, no solo se votan para la Presidencia, sino que también se renueva toda la Cámara de Representantes y un tercio de los senadores. No hay duda de que los demócratas logran ganar en la Cámara. Pero en el Senado el juego está muy abierto y los republicanos podrían quedarse con la mayoría, también porque el mecanismo electoral asigna dos senadores a cada uno de los 50 estados de la Unión, penalizando así a los estados grandes y populosos, donde predomina el consenso para los demócratas. Favorece a los pequeños estados rurales, donde los republicanos casi siempre están ganando.

Un congreso dividido no es algo excepcional, de hecho, ha sucedido varias veces. Pero esta vez el país está más dividido y radicalizado que nunca. A veces daba la impresión de estar al borde de una guerra civil. Sin el consentimiento de todo el Congreso, no se pueden aprobar ayudas a la economía para evitar las quiebras de miles de empresas y millones de estadounidenses sin trabajo a causa del virus.

Estas preocupaciones frenan la mano de los inversores, aunque no faltan las ganas de especular sobre la próxima llegada de la vacuna y sobre los informes trimestrales del Nasdaq Over the Top, que aumentan sus ganancias con el virus.

Si América refleja a Europa tiene aún más razón, dado que el contagio da miedo y los gobiernos están lanzando en orden aleatorio, como siempre, medidas restrictivas que ciertamente no favorecerán la recuperación que ya se está suavizando.

No parece una semana enfrentarse con un cuchillo entre los dientes, sino con una sólida armadura.

Pierluigi Gerbino – Estratega del Instituto Español de la Bolsa


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